Comunicarnos con un adolescente
En el anterior capítulo hablamos sobre las dificultades que surgen durante la etapa de la adolescencia de los hijos. Gran parte de estos conflictos, como vimos, están provocados por las dificultades en la comunicación que surgen en las familias. El adolescente está conformando un sistema de creencias propio que puede chocar con el concebido por sus padres, por lo que, habitualmente, la mayor dificultad durante esta etapa vital, es conseguir un ambiente familiar constructivo, en el que todas las opiniones sean válidas, aunque existan límites y se requiera negociación y consenso.
A continuación, exponemos diferentes estrategias que son fundamentales para poder dialogar y consensuar en casa.
¿Qué podemos hacer para mejorar la comunicación?
A continuación vamos a exponer estrategias que favorecen un clima familiar adecuado, con el fin de conseguir continuar educando a los chicos, al tiempo que se promueve una convivencia positiva.
Promover la escucha activa.
Escuchar de forma activa implica atención. En numerosas ocasiones, cuando los hijos hablan, tenemos la tendencia a interrumpir, juzgar, solventar, sermonear…e incluso, a veces, todo al mismo tiempo. ¿Cuál es la dificultad cuando los adultos nos comportamos de este modo? Vamos a analizarlo, ejercitando las habilidades empáticas, para esto, os planteamos esta cuestión: ¿Qué ocurriría si fueses a contarle a un familiar un problema y se dedicase a juzgaros, en lugar de escuchar vuestro problema, ¿Cómo os sentiríais? Si no nos gusta este escenario, pensad cómo se siente vuestro hijo cuando lo hacéis vosotros. Antes de reaccionar, pensad en cómo os gustaría que respondiese un ser querido al contarle una preocupación, seguramente vuestro hijo necesite lo mismo.
Para ejercitar la escucha activa hay que establecer la conversación en un entorno tranquilo, elegir un momento adecuado y procurar que no se interrumpa la conversación.
Buscar ocasiones.
Los chicos no cuentan las cosas cuando los adultos quieren, sino cuando tienen la necesidad de hablar, para esto es importante no estar encima de ellos haciéndoles un interrogatorio constante. Para favorecer la comunicación, podéis mostrar vuestra disponibilidad para hablar y hacerle saber que estáis ahí para cuando os necesiten. Quizá empezar contando vuestro día resulte más beneficioso que someterle a un tercer grado porque le veáis mala cara; otra forma de comenzar una conversación es realizando actividades compartidas: cocinar, mover muebles, comprar ropa, etc.
Respetar las diferencias de opinión.
Es importante que vuestro hijo sepa que tiene derecho a opinar y que se respetan sus opiniones, si no tiene claro este aspecto, muy posiblemente le cuente sus grandes ideas a sus amigos y no a sus padres, que pueden reírse de él o abroncarle por pensar “tonterías”.
El manejo del desacuerdo.
Conocer las opiniones los hijos puede ser muy útil para conocer su nivel de madurez y, además, os permitirá renegociar normas en ámbito familiar. El adolescente tendrá nuevas responsabilidades y a cambio, puede conseguir concesiones en las salidas o la cuantía de la paga. Negociar siempre es una forma de aprender a comunicarnos, así como conocer los objetivos que tienen ambas partes. A veces los adolescentes provocan con gritos, malos gestos, comentarios despreciativos… No caigáis en la provocación. El autocontrol que demostréis en estos momentos complicados hará que mejoréis las conversaciones en el futuro y tengáis una mejor relación familiar.
Evitar las reacciones desproporcionadas
Si vuestro hijo incumple un acuerdo, intentad no reaccionar de forma desproporcionada a la primera de cambio, primero hay que preguntar cuales son las razones del incumplimiento, e incluso hablar sobre las consecuencias que tendrá en caso de volver a ocurrir. No deis por hecho que hay mala intención en la conducta de vuestro hijo, lo único que conseguiréis es que se ponga a la defensiva, y con toda la razón, si no le hemos dado la oportunidad de explicar las razones del incumplimiento.
Mostrar interés por sus aficiones
Es posible que los gustos musicales de vuestro hijo no sean santo de vuestra devoción, o que el deporte que le gusta practicar no lo comprendáis, sin embargo, a todas las personas nos gusta que se interesen por nuestros hobbies y nos den la enhorabuena por bailar bien, o que nos digan lo interesante que es ese deporte o juego tan complejo que nos gusta, etc. Las relaciones serán constructivas si, en lugar de reflejar menosprecio, mostráis interés y admiración por sus gustos.
Validar sus preocupaciones
“Ningún problema es absurdo, si es a ti a quien le preocupa”. Así de claro explicaba este punto una madre a su hija en una sesión hace años. Mediante el interés y validación de sus preocupaciones y emociones, les mostramos apoyo, gestión emocional, y liberación de estrés. Es muy importante no mirar las preocupaciones de los chicos como tonterías, si les preocupa a ellos, es lo suficientemente importante.
Respeto, siempre debe existir el respeto
A veces los adolescentes provocan diciendo o haciendo cosas inapropiadas. No caigáis en la provocación. El auto-control que vosotros demostréis dará fruto a largo plazo, facilitando una mejor relación y conversaciones en el futuro. A veces dan más importancia a cómo se dicen las cosas que a las cosas que se dicen.
Recordad todo el tiempo que el esfuerzo merecerá la pena, la adolescencia es una etapa dura para los padres y los chicos, aprended juntos de esta nueva etapa y saldréis favorecidos como personas individuales y familia.
Como siempre, si tenéis alguna duda o la relación está demasiado deteriorada, podéis acudir a nuestros profesionales especialistas en Psicología infanto-juvenil, para que os ayuden a mejorar vuestra relación familiar.
Silvia Orenes Molina
Psicóloga Col. MU-2058
Especialista en Psicología Infanto-juvenil